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Kevin Johansen, Ruddy Rodríguez, ángeles y demonios

La noche del Sábado pasado intenté ir al peculiar concierto que daba Kevin Johansen en la sala del Corp Banca, en La Castellana, con motivo del lanzamiento del libro "Oops!" junto con el excelente dibujante argentino Liniers. Por alguna extraña razón, que bien se puede achacar a mi frecuente despiste, pensé que podría comprar entradas en la taquilla del sitio, justo una hora antes de iniciar el evento.

Creo que subestimé a la fanaticada caraqueña del Johansen. No había entradas, agotadas ellas desde el día anterior, tampoco conseguí revendedores.

Me iba entonces, resignado, a enfilar a otro sitio pa' no desperdiciar la salida (que salir con D. un sábado en la noche no es fácil) cuando nos enteramos que había en otra sala, función del monólogo de Ruddy Rodríguez, al que también le tenía ganas desde hace varios días (al monólogo, no a Ruddy, que en todo caso es de hace muchos años).

Pero tampoco había entradas.

Cogí norte pa' los cines del C.C. San Ignacio, que son pasables. Conseguimos entrada para la película Angeles y Demonios a las 9.10pm, compré cotufas, perros, agua y tequeños, nos calamos más de media hora de cola y nos sentamos en buenos puestos a disfrutar la cinta.

El cine "pop" hollywoodense no decepciona, y menos cuando se trata de producciones con la chequera firmada en blanco. Casi todos los encargados son especialistas y saben hacer su trabajo de forma correcta y, quizás, hasta mecanizada. La iluminación, el trabajo de fotografía, la banda sonora, el guión, el manejo de cámaras, la mayoría de los actores, todos hacen un trabajo correcto, de librito. El resultado casi nunca es algo trascendental, o que aporte novedades al género en alguno de sus ramas, pero logra cumplir, casi siempre, con el objetivo final de este tan apreciado y menospreciado arte: entretener.

Por una hora y meda (¿o fue mas?) pasamos un rato sabroso, admirando escenas de la espectacular ciudad romana y sus monumentos, riendo uno que otro pasaje gracioso que dejaba el guionista en algunos rincones, admirando la puesta en escena (y haciéndonos las típicas preguntas de "cuánto real les habrá costado este montaje" o "cómo habrán hecho para reproducir tal sitio"), comentando en qué otras películas había uno visto a tal o cual actor.

Recordé que había visto hace poco "La Dolce Vita", de Fellini (¿quién sería el director de la otra? no recuerdo) que también transcurre en una Roma de hace casi cincuenta años, y que muestra algunas escenas de esa hermosa ciudad, sólo que en esta cinta clásica, la fijación en la historia, en las grandes actuaciones, en la profundidad que le imprime el director a los personajes, casi no deja espacio para fijarse en los exteriores, o en otros temas menores de la filmación. Para eso hace falta una segunda o tercera revisión de la película. Con sus respectivas cotufas, por supuesto.

Espero poder volver a disfrutar dentro de poco una de estas películas que lo hacen a uno pasar un rato sabroso, sacarse un poco el stress de la semana, y no pensar por un par de hora en casi nada (ni siquiera de cine), como aquellos tiempos en que disfrutaba las novelitas de vaqueros que sustraía furtivamente de la colección de mi padre cuando pequeño.

Amanecerá y veremos.

P.D.: ¿Qué habrá sido de la vida de Marcial LaFuente Estefanía, de Keith Luger o de Silver Kane?


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