
La etiqueta de la botella recomienda "abrir la botella al menos 30 minutos antes de servir", lo que entendí que era un indicio de que este caldo debía decantarse antes de probarlo. Pero como en muchas ocasiones es posible obtener una buena experiencia sin decantar, sino solamente agitando bien en copa el vino, intenté esta opción primero a ver qué tal se mostraba.
Serví entonces dos copas directo de la botella recién abierta, una para mi esposa y una para mí. Mala idea. En nariz el vino estaba cerrado, alcoholoso, decepcionante. De todas maneras le comenté a mi esposa que probáramos agitando mucho las copas para intentar abrirlo a fuerza de oxigenación. Pero también tomé la botella y traspasé su caldo a un decantador de base ancha, y esperé por 45 minutos antes de servir la segunda copa.
Servimos por segunda vez ahora del decantador y el resultado, aunque era lo que buscábamos, no dejó de ser sorprendente: una primera nariz llena de aromas terciarios, principalmente chocolate oscuro, café, algo de vainilla y notas ligeras de frutas rojas muy maduras, confitadas. Agitando más se mostraban también especias como pimienta y ciertas notas tostadas o a pan ahumado. El color es de límpido, brillante, de un rojo rubí violeta, pero no completamente oscuro sino con algo de transparencia.
En boca es mejor todavía, mantiene su complejidad aromática y la refuerza en el retrogusto. De buena estructura (aunque hubiese preferido algo má de frutas) muestra también un volumen notorio, carnoso. Los taninos son suaves y bien equilibrados con la acidez, que aunque presente no es molesta. El vino llena toda la boca y muestra buena complejidad, y prepara para un final medio a largo que augura buen resultado si se guardara uno o varios años más.
Lo acompañé (pues no me preparé bien) con trozos de chocolate oscuro de Chocolates El Rey, específicamente la presentación que llaman "Apamate" que contiene un chocolate intenso a 73,5% de cacao, y que acompañó y armonizó perfectamente con esos aromas a chocolate y café que se mantienen tanto en nariz como en boca y que duran un rato luego de probado el líquido.
En conclusión, esta es una botella de un blend premium de Chile que vale la pena probar, y que se puede usar para aromonizar carnes elegantes y suaves, como unas costillas de cordero cocidas, o un cochinillo al mejor estilo español; no la usaría para acompañar alguna parrilla o un solomo de cuerito, pero sí podría cuadrarse bien con tapas complejas pero suaves a base de champiñones o portobellos, o carnes frías.
Altamente recomendable.
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