Acaba de salir la noticia de la primera aplicación del uso de chips de radiofrecuencia para algo diferente a la marcación de productos en un supermercado. Lo han hecho con estudiantes de un pequeño pueblo de California, para poder llevar la asistencia, y por ende a los "jubilados", de la escuela del pueblo, quien se alió con una empresa fabricante de dichos aparatejos, para usar a los chamos como conejillos de indias de esta tecnología.
Al parecer ni los chamos ni sus "representantes" en cuestión están muy contentos con el asunto, aduciendo temas de ética dudosa por parte de la dirección del instituto, y de la empresa fabricante, para tener a sus chamitos "marcados" cual becerros, pero esta vez con un seguimiento "hasta pa' el baño".
El aparatico mencionado, anexado a un carnet que tienen que llevar colgado del cuello, le manda una señal a un receptor colocado en la puerta de cada salón, que inmediatamente, o "en línea" le envía el chamo-código a un computador central que le rebota el mismo a la agenda digital (PDA) del profe, quien en pocos segundos puede revisar la lista de los estudiantes que entraron en su clase, con nombres, apellidos, apodos, foto-matón, y demás señas, y puede, a vuelo de pájaro, saber quién entró y quién no sin mover él ni los implicados decir "presente".
El "experimento" salió a la luz cuando una de las estudiantes se dió cuenta y llegó a casa más caliente que'l micrófono de "Aló Presidente", y como a sus padres tampoco les gustó el asunto, llamaron a cuanta agencia de derechos civiles y no civilizados se encontraron, pa' armar el alboroto a lo grande, es decir, al "american way". Imagino yo que le verían un filón por donde demandar, que es un deporte con muchísimos fanáticos en nuestro vecino norteño.
La empresa, y la escuela, se defienden diciendo que de esa manera pueden evitar o prevenir secuestros de infantes, así como otros delitos juveniles que ocurren con frecuencia por aquellos lares.
La noticia completa, en inglés del bueno, salió hace muy poco en Wired.
Que vainas locas nos trae la modernidad, ¿no?
Al parecer ni los chamos ni sus "representantes" en cuestión están muy contentos con el asunto, aduciendo temas de ética dudosa por parte de la dirección del instituto, y de la empresa fabricante, para tener a sus chamitos "marcados" cual becerros, pero esta vez con un seguimiento "hasta pa' el baño".

El "experimento" salió a la luz cuando una de las estudiantes se dió cuenta y llegó a casa más caliente que'l micrófono de "Aló Presidente", y como a sus padres tampoco les gustó el asunto, llamaron a cuanta agencia de derechos civiles y no civilizados se encontraron, pa' armar el alboroto a lo grande, es decir, al "american way". Imagino yo que le verían un filón por donde demandar, que es un deporte con muchísimos fanáticos en nuestro vecino norteño.
La empresa, y la escuela, se defienden diciendo que de esa manera pueden evitar o prevenir secuestros de infantes, así como otros delitos juveniles que ocurren con frecuencia por aquellos lares.
La noticia completa, en inglés del bueno, salió hace muy poco en Wired.
Que vainas locas nos trae la modernidad, ¿no?
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