
Son famosos por un libro, "Viven" y una película del mismo nombre, bastante "light" como ellos mismo la adjetivan con mucho humor y humildad. Tal vez muchos no recuerden el caso, pero fue famoso por, entre otras cosas, el hecho de que ellos contaron que tuvieron que comer de sus propios compañeros muertos para poder sobrevivir. La historia es un ejemplo de lo que el ser humano es capaz de resistir para poder sobrevivir hasta en las condiciones más extremas, en este caso un glaciar a más de cuatro mil metros altura, sin recursos ni ayuda y un frío de menos de 30 grados centrígrados bajo cero. Alvaro me contó que tuvieron que comer la carne congelada, cruda, pues aunque tenían un encendedor de uno de los "sobrevientes", como le llaman a sus compañeros, no tenían nada qué encender, aunque lo intentaron en un principio. La decisión por supuesto, les supuso un gran sufrimiento, pero era un paso que debían dar.
¿Que harían si les pasara de nuevo? preguntó algo estúpidamente un compañero en la cena, "¿Que haría?" respondió Alvaro, "No me montaría en el avión, por supuesto".

Cenamos en un restaurante espectacular en la "Ciudad Amurallada" que es como le llaman a la zona colonial en Cartegena, hablamos de vinos, rugby, hispanidad, y muchos cuentos y ¿anécdotas? del accidente. Me pidieron que les tomara unas fotos que les acabo de enviar por email. La tecnología está en todas partes, al menos en esta época.
Ha sido una gran experiencia esta, sin duda. De esas de las que uno aprende aunque no quiera.
Salud y vino! Alvaro y Cacho, sobretodo mucha salud y felicidad, que bastante se las merecen.
Comentarios
By the way, ahora en Venezuela también tenemos a nuestros sobrevivientes, los de la riada de la Guaira, los del 11 de abril, los de los fines de semana sangrientos en nuestras ciudades, los sobrevivientes a los tratamientos de los médicos cubanos y pare usted de contar.