Mañana termina este dos mil cinco que sentí a veces que andaba muy rápido, otras que corría veloz cual liebre de cuento infantil, pero que al final anduvo a la misma velocidad de siempre, a sesenta minutos por hora más o menos. El inicio de este post es de un cursi subido, pero así va saliendo, autocriticándose y vanagloriándose a ratos.
De entre las ganacias que noté personalmente en estos últimos doce meses, fue el retomar la lectura como parte importante de mi rutina. Me he dado cuenta que sigue siendo una de las actividades que más me agrada, sea profesional o personalmente. Sigo lamentándome por aquellos que toman la falta de lectura como un estandarte del libre albedrío, como si fuese una escogencia valedera que incluso debe ser defendida contra los culturosos a ultranza, como si la ignorancia (o la medianía, usando el elegante término de Altazor) fuese un derecho y no un defecto. La cantidad de tiempo que dejaría de desperdiciarse en preguntas y situaciones inútiles, en discusiones y desesperaciones estériles, en posturas y prejuicios ridículos, sólo con leer una novela al año, así fuese una de aventuras de Salgari o Stevenson, o una de vaqueros de Marcial LaFuente Stefanía, sería tan grande que seguramente elevaría el mundo entero a un nivel evolucionario que sólo podremos alcanzar en unas diez o quince generaciones. Es cierto, la exageración es uno de mis divertimentos, pero tampoco creo que esté muy lejos de la realidad.
Ya que Sabater insistió este año en revisar (o actualizar) el listado de pecados capitales, e imagino también que la contra-lista de virtudes, debería alguien proponer que se revisara la forma en que se cuenta el tiempo. ¿No estará algo desactualizada la medida de segundos, minutos y horas? ¿O al menos la de semanas, meses y años? Puede que no sea una idiotez después de todo, y de repente nos ganamos un tiempito en el proceso. Al menos la gente podría vivir más tiempo si colocan todo en múltiplos exactos, por ejemplo meses de exactamente treinta días, que darían años de exactamente tresciento sesenta días, que haría que los años fuesen un poco más cortos, lo que daría como resultado que la gente viviría más, pues se ganarían de cinco a seis días por año. En sesenta años uno ganaría ¡casi un año entero!
Hoy ando de un inteligente que me impresiono.
De entre las ganacias que noté personalmente en estos últimos doce meses, fue el retomar la lectura como parte importante de mi rutina. Me he dado cuenta que sigue siendo una de las actividades que más me agrada, sea profesional o personalmente. Sigo lamentándome por aquellos que toman la falta de lectura como un estandarte del libre albedrío, como si fuese una escogencia valedera que incluso debe ser defendida contra los culturosos a ultranza, como si la ignorancia (o la medianía, usando el elegante término de Altazor) fuese un derecho y no un defecto. La cantidad de tiempo que dejaría de desperdiciarse en preguntas y situaciones inútiles, en discusiones y desesperaciones estériles, en posturas y prejuicios ridículos, sólo con leer una novela al año, así fuese una de aventuras de Salgari o Stevenson, o una de vaqueros de Marcial LaFuente Stefanía, sería tan grande que seguramente elevaría el mundo entero a un nivel evolucionario que sólo podremos alcanzar en unas diez o quince generaciones. Es cierto, la exageración es uno de mis divertimentos, pero tampoco creo que esté muy lejos de la realidad.
Ya que Sabater insistió este año en revisar (o actualizar) el listado de pecados capitales, e imagino también que la contra-lista de virtudes, debería alguien proponer que se revisara la forma en que se cuenta el tiempo. ¿No estará algo desactualizada la medida de segundos, minutos y horas? ¿O al menos la de semanas, meses y años? Puede que no sea una idiotez después de todo, y de repente nos ganamos un tiempito en el proceso. Al menos la gente podría vivir más tiempo si colocan todo en múltiplos exactos, por ejemplo meses de exactamente treinta días, que darían años de exactamente tresciento sesenta días, que haría que los años fuesen un poco más cortos, lo que daría como resultado que la gente viviría más, pues se ganarían de cinco a seis días por año. En sesenta años uno ganaría ¡casi un año entero!
Hoy ando de un inteligente que me impresiono.
Comentarios
Aux armes!
Eat the rich!
¡Abajo el Trabajo!
.Guy (llotina) Monod
Espero que haya comenzado con la mejor de las suertes.
No nos daremos ni cuenta y ya estaremos celebrando la noche de brujas. ¡El tiempo vuela!
Abrazos miles y que tengas un genial 2006.
Feliz año! Felices lecturas para el 2006! Que seas siempre feliz.