
Para empezar, la copa de vino debe ser por completo cristalina, sin color alguno ni relieves, muescas, cortes o adornos por más pequeños que sean. No es capricho ni ganas de elegancia, el motivo es tan sencillo como la necesidad de apreciar el color del vino sin que moleste un adorno o lo cambie algún tono del cristal. En el vino el color dice muchísimo acerca de su composición, su edad y por ende su madurez, pero el color no es el tema ahora, sino la copa, y en este caso la capacidad que tenga ésta de permitir apreciar bien esta característica del noble caldo. Tomando esto en cuenta entonces, es lógico también que el grosor del cristal importa, siendo mejor que el mismo sea lo más fino o delgado posible.
Por otro lado, la copa debe tener cuello y pie. El primero debe ser lo suficientemente largo para que uno pueda tomarla cómodamente sin tener que tocar el cuerpo con los dedos o la mano, de esa manera se evita que se caliente el líquido. El vino debe consumirse a una temperatura relativamente baja, generalmente menos de 18 grados centígrados, aunque la temperatura exacta depende del vino. Además, el cuello deber ser delgado (esto sí por pura elegancia) pero no lo suficiente como para correr el riesgo de partirlo si se aprieta con cierta fuerza.
Ahora bien, la forma del cuerpo de la copa va a depender del vino que se quiera tomar. Ya han demostrado que incluso hay cepas o tipos de uvas que les va mejor una forma que otra. La razón en general es el cómo se desarrollan los aromas en su interior. Para no entrar en tanto detalle, una buena recomendación es la de darle a los tintos una copa "burdeos" o "tulipa", por la semejanza al tulipán, con una base ovalada y que va cerrando en forma cónica hasta llegar a una boca de diámetro un poco más angosto que la barriga. De esta forma al servir el líquido (yo lo prefiero a menos de la mitad del tamaño, aunque hay quienes hablan de dos terceras partes) los aromas del vino quedan más tiempo y al meter la nariz (sí, la nariz se mete casi completa dentro de la copa) se podrá apreciarlos mejor. Los blancos permiten una boca algo más ancha (pero nunca más que la barriga) y la champaña queda mejor en una copa en forma de flauta, larga y delgada, con boca abierta, que permite al gas carbónico subir lentamente por el cuerpo y despertar mejor sus aromas.
Finalmente, la copa debería ser de un tamalo suficiente para contener de 250 a 400 cc. Y como mencioné no debería servirse más de dos terceras partes. Cuando se va a catar un vino, los profesionales no sirven más de 50cc. en una copa de no más de 215cc., las que llaman "copas sommelier". Pero las copas grandes, de 600cc. permiten apreciar mejor los aromas, aunque igual que la cerveza, si se sirve mucho, al tiempo el líquido se calienta, que no es nada deseable.

La familia Riedel, en su fábrica de cristales en Austria, ha destacado desde principio de los 70 en la fabricación de copas especiales para tomar vino. Se dice, o al menos es lo que leído, que fue George Riedel quien ideó aquello de hacer copas que realzaran sus propiedades y nos permitieran degustarlos mejor.
La tecnología y los estudios rigurosos han permitido desde hace más de treinta años crear copas para vinos específicos, como por ejemplos copas especiales para vinos Bordeaux (la burdeos), para los Nebbiolo, Pinot Noir, Cabernet Sauvignon, y varios etcéteras más. Así como también para distintos vinos blancos, y por supuesto para casi todos los licores nobles (brandy, jerez, coñac, oporto y muchos otros). El ingenio comercial ha incluso tocado (esta vez sí) los extremos del snobismo (se puede leer el excelente artículo del maestro Soria acerca del tema), con las nuevas copas sin cuello, que son más un vaso que otra cosa, sólo que están muy de moda y seguro veremos con alguna frecuencia en degustaciones en poco tiempo, pues he visto que ya las venden con pompa y fiesta en varios centros comerciales de Caracas.
Referencias:
Negocio Redondo, Guía del Placer, Alberto Soria.
Con George Riedel a la búsqueda de lo perfecto, elmundovino.com, Fernando Point.
Comentarios
Te mando abrazos.
.Guy "Chupeta de Lupulo" Monod
Cuidado con el argentino, por cierto, que ya le está picando en calidad a los grandes de Chile.
--
Monod, de lo poco que recuerdo, por poco haberlo leído, y lo poco investigado, el noble Sancho tomaba el vino en bota, o zaques (unos odres pequeños) que siempre cargaba entre sus alforjas. Y tanto sabía bien de vinos que, aunque no cargaba un buen cristal, sí ponía a enfriar las mencionadas bajo la sombra de un árbol para apreciar mejor el vino, por cierto que pareciera que siempre eran vinos manchegos.
Y hablando del Panza, ya insiste el refranero español: El buen vino, en cristal fino; el peleón, en jarro o en porrón
Abrazos, salud, y mucho vino.
Un cordial Saludo,
WebsMaster de Lugar del Vino.
Saludos