
Pero en el lapso de un año he tenido que aguantar algunos detalles fastidiosos, pocos pero igual fastidiosos. Resulta que la versión de 64 bits del omnipresente Windows es estable, rápido y en todo idéntico a su hermano menor de 32 mordiscos, pero como lo utilizamos apenas una minoría de 'usuarios' ocurre con cierta frecuencia que algunos programas, sean aplicaciones de trabajo, juegos y en especial los pequeños controladores de diversos dispositivos como impresoras, escáneres, discos externos, quemadores y muchos otros etcéteras, sencillamente no los producen para esta versión.
Me encontré entonces que mi impresora de inyección de tinta, una jiule-pacar barata, común y silvestre, no la podía usar, hasta que luego de varios emails a la gente de soporte alguno se compadeció de mi dolencia y me envió un enlace donde bajé unos controladores, eso sí, en estado 'beta', léase si-fallan-es-peo-suyo. Menos suerte tuve con los controladores de mi quemador de cd/dvd externo y de mi nuevecito disco duro externo de quinientos yigas. Los mismo pasó con el antivirus y el cortafuego. Que vaina.
Ahora me he resignado. Espero con atención y paciencia a que vayan saliendo las versiones. Mientras tanto utilizo los dispositivos en mi portátil, una Lenovo Thinkpad Z60t, un modelo que no le hace honor a las excelentes máquinas de la línea Thinkpad.
Hace poco instalé el Ubuntu Linux sobre una máquina virtual creada con la edición gratuita de VMWare, pero me pasó algo similar: controladores inexistentes, aplicaciones que uso de forma diaria incompatibles y un caso frecuente: los programas alternativos que lucían excelentes opciones, había que 'convertirlos' y 'compilarlos' para 'adaptarlos' a esta versión de linux. Ya no estoy tan chamo como para que esos menesteres me emocionen.
Ni modo.
Amanecerá y veremos.
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