
Seis meses después de aquellos talleres, y luego de mucha práctica personal y de asistir a buenas degustaciones con amigos y sommelliers creo que puedo reconocer una variedad de olores y aromas que hace un año apenas intuía. De hecho esta diferenciación es algo que puede también aprenderse y que es muy grato reconocer en una botella del noble caldo. Quiero detallar un poco este tema:
Estrictamente hablando lo que percibimos en una copa servida con vino utilizando la nariz directamente son olores, no aromas. Estos se clasifican en tres categorías: primarios, que son los que aporta la cepa propiamente, secundarios, que son generados por el proceso de fermentación, y los terciarios, que son los obtenidos por la maduración en barricas de roble y en algunos casos también en botella.

Volviendo a lo "estricto" que comentaba, resulta que a los olores terciarios son a los que se les puede llamar "aromas" o "bouquet", pero no son completamente percibidos por la nariz de forma directa en la copa, sino que se deben sentir a través del "retrogusto" o fase "retronasal", cosa que se logra tomando un sorbo de vino y sintiendo los aromas que pasan de la boca o garganta hacia a afuera a través de las fosas nasales, es decir, al exhalar luego de tomar un trago de vino.
En conclusión, podríamos hablar correctamente de "olores primarios y secundarios" y "aromas terciarios o bouquet".

El primero es especial para los primarios, pues está elaborado con el método de "maceración carbónica", lo que realza en especial los olores que aportan las uvas con las que está hecho (es una mezcla de las cepas Merlot, Cabernet Sauvignon y la italiana Refrosco).
El segundo es un ejemplo que se podría tomar para conocer un Cabernet Sauvignon "de librito", es decir, una muestra típica de esa cepa, donde se puede diferenciar en nariz los olores a moras, cerezas y pimentón.
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