Martín Códax Albariño 2009

Esta noche me tocó quedarme de niñero, y como los niños se fueron a la cama temprano, se me ocurrió que era buena oportunidad para probar con calma esta botella que tenía guardando por varias semanas desde que la busqué en la sede de Tamayo y Cía (twitter: @Tamayo_cia), donde también tuve la oportunidad de mantener una conversa por un buen rato con Marcela Silva, Gerente de Marcas de Vinos de esa empresa, por cierto ampliamente conocida por traer al país varias de las mejores marcas de vinos y destilados que se puedan conseguir por estos lares.

Mi relación con el Albariño, la cepa blanca insignia de Galicia, y también muy conocida por dar los mejores vinos blancos de España, comenzó hace más de diez años con una botella excelente de Pazo de Barrantes, de una añada que  no recuerdo si sería 1998 o mas joven. Esta es la cepa principal de la Denominación de Origen Rías Baixas, pero también de Portugal, donde la llaman "Alvarinho" y donde la usan, entre otras, para los famosos vinhos verdes. La cosecha 2009 es considerada "Muy buena" por el consejo regulador de la D.O.


Bodegas Martín Códax, fundada en 1986, produce este albariño usando uvas de sus propios viñedos. El enólogo de esta casa, Luciano Amoedo, es también considerado uno de los gurús de esta cepa, tanto así que es incluso uno de los fundadores de la denominación de origen. Por cierto que declaró hace poco en una entrevista que "está demostrado que albariño es la mejor cepa para hacer el vino blanco perfecto".
Volviendo a la botella, al abrirla me sorprende un poco que el corcho sea sintético, pero esto sólo dice que la bodega considera éste un vino joven, que puede consumirse de inmediato aunque no dudo, por las características de la cepa y la información que conseguí de sus viñedos, que pueda evolucionar en botella por dos o tres años más sin problema; sin embargo el mismo corcho revela el detalle de una partitura musical en sus lados, quizás mostrado alguna canción del trovador del siglo XIII al que debe su nombre la bodega y esta botella. Servido en copa el vino se muestra muy limpio y brillante, con una traza de burbujas finísimas que poco a poco van desapareciendo. El color es amarillo pajizo con tonalidades doradas, aún cuando los vinos muy jóvenes de esta uva generalmente muestran notas al verde limón.

En primera nariz se presentan de inmediato aromas herbáceos (o quizás florales, que no reconozco bien ambos) y notas dulces como de manzana madura. Al agitar se revelan también notas cítricas junto con las dulces, haciendo pensar que será un caldo complejo e interesante.
En boca el ataque es suave y se nota bien el equilibrio entre el dulzor y la acidez, también un buen cuerpo, voluminoso, como si se pudiera morder, llenando la boca por completo. El retrogusto acentúa las notas a hierbas y fruta blanca madura y al final se siente un toque amargo muy intenresante, que le da una sensación como de redondez a todo el conjunto.
Con un largo final en boca, este vino se puede utilizar para armonizar perfectamente un pescado de carne blanca con salsas complejas, a base de hierbas, o incluso una paella, aunque me inclino más por los pescados o mariscos en salsas.

Un producto excelente, que muestra la tipicidad de esta cepa en su esplendor. Un vinazo que puede tomarse ahora o esperar incluso uno o dos años más pues seguro evolucionará muy bien.

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