
A la punta la acompañamos con una botella de un tempranillo que no conocía, y que me tomó por sorpresa por lo bueno que estaba. Bien afrutado y con taninos correctos, este Reserva 1999 (muy bien conservado) de las Bodegas Faustino, llamado Faustino V, con sello Rioja como denominación de origen, se dejó colar muy bien acompañando la carne y el corazón de lechuga con salsa de queso roquefort.
Le dirían un vino 'algo suave', que es como la mayoría cataloga al caldo cuando no le ataca la boca con dureza. Y es que los taninos, que son los resposables en la mayoría de los casos de estos 'ataques', no se presentan de forma exagerada en esta edición, como es casi costumbre de muchos tempranillos. Esa 'casi suavidad', pienso, le puede ganar un buen puesto en la mesa de la mayoría de aquellos que están comenzando a disfrutar de los placeres de la vid.
Eso sí, para apagar la 'fuerza' de un caldo que lleva embotellado más de cinco años, recomiendo que la decanten primero, preferiblemente como hizo el mesonero en el restaurant que comento: en una decantadora pequeña sumergida en una cubeta con más agua que hielo. De esta manera se oxigena a la vez que se disminuye su temperatura a unos más agradables 18 grados centígrados.
En fin, que nos gustó bastante la botellita. Y el website de Bodegas Faustino está muy bueno tambiéb.
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