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De regreso

Ya el mediodía pasó hace rato, pero tan rápido que apenas me dió tiempo de comer un "uóper doble con queso en combo regular", en el segundo piso del Aeropuerto de Las Américas, rimbombante nombre que ostenta el puerto aéreo principal de esta isla.

A través de un contacto electrónico con Caracas, logré obtener el código localizador, que tan correcto como había pensado, era el incorrecto; así, con el correcto o corregido código, llamé de nuevo a Claudia, quien luego de darle el susodicho, rápidamente me corroboró que sí, que yo existía y que sí, que podía viajar esta tarde sin grandes problemas, pero eso sí, pagando primero la pequeña suma de treintaicinco billetes de esos que usan en el gran hermano norteño, moneda que se empeñan tercamente en mencionar cada vez que uno quiere desplazarse de un país a otro. ¿Que tendrán contra el bonito e histórico Peso Dominicano? Hasta en inglés suena bien: "Dominican Peso".

Lo cierto es que ya en el "counter" (otra palabreja extraña, pues no veo que cuenten nada en esas oficinas, excepctuando los religiosos dóyares, que si de salida, que si de entrada, que si de comida, que si de carga, que-si-qué-se-yo) de la aerolínea, en el aeropuerto, se les olvidaron o hicieron caso omiso de los treintaicinco, que pasaron a la historia tan rápido que ni yo me dí por enterado.

Ahora estoy esperando cerca de la puerta A6 a que llamen a abordar en algún momento. Utilizando por enésima vez la conexión a internet inalámbrica que instaló la principal empresa de telecomunicaciones de acá hace muchos meses, en un arranque de modernidad que contrasta con las imágenes diarias que se viven en todas las ciudades de este pequeño país.

En unas horas estaré en casa.

Comentarios

Verónica dijo…
Qué tal el regreso?

Ya debes estar en tu casa...

Sabes, a mi los regresos me producen sensaciones extrañas. Alegría por volver y pena por dejar otras cosas.

En fin, siempre debemos regresar a lo qu es nuestro.

Buen `post. Un abrazo grande!
Anónimo dijo…
Excellent, love it!
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