Esta semana me dediqué, entre otras cosas, a apoyar la finalización de un proyecto de implantación de un sistema en una empresa acá en Caracas. Todo iba sobre rueda la mayoría de las veces, pero por alguna tontería salía una minúscula piedrita en el camino y racataplan, platanazo, levantar el caído hasta las sopotocientas de la noche y seguir guapeando.
Hace unas horas la última piedrita estaba atorada en el zapato y no salía, era inmensa, dolorosa, ladillosa, increíble que eso me pasara, casi diez años en estos menesteres y aún con estas vainas. Llegando a las ocho de la noche a alguien en el equipo se le prendió un bombillo, y revisamos los reportes de forma diferente, se le ocurrió que en lugar de buscar la aguja en el pajar entero, picáramos el pajar en pedazos más pequeños y le pasáramos un imán a cada pedazo, y mejor, que lo hiciéramos en equipos paralelos. Finalmente conseguimos la agujita o piedrita, en un sitio tan obvio (casi que en la cajita de las agujas) que todos nos miramos en silencio, con algo de verguenza. Imprimimos todo, ordenamos, decretamos la finalización del proyecto sin grandes bullas y nos fuimos cada quien por su lado.
¿Moraleja? No tengo ánimos ahora para escribir una moraleja.
Que vaina.
Tags: diario, noche, caracas, trabajo, frustracion, moraleja
Hace unas horas la última piedrita estaba atorada en el zapato y no salía, era inmensa, dolorosa, ladillosa, increíble que eso me pasara, casi diez años en estos menesteres y aún con estas vainas. Llegando a las ocho de la noche a alguien en el equipo se le prendió un bombillo, y revisamos los reportes de forma diferente, se le ocurrió que en lugar de buscar la aguja en el pajar entero, picáramos el pajar en pedazos más pequeños y le pasáramos un imán a cada pedazo, y mejor, que lo hiciéramos en equipos paralelos. Finalmente conseguimos la agujita o piedrita, en un sitio tan obvio (casi que en la cajita de las agujas) que todos nos miramos en silencio, con algo de verguenza. Imprimimos todo, ordenamos, decretamos la finalización del proyecto sin grandes bullas y nos fuimos cada quien por su lado.
¿Moraleja? No tengo ánimos ahora para escribir una moraleja.
Que vaina.
Tags: diario, noche, caracas, trabajo, frustracion, moraleja
Comentarios
De hecho, le voy a cambiar el título al post, jejeje. Creo que sonará mejor.
¿Aun en la oficina?
Pero por lo menos saliste de eso.