
Hablando de desayuno, los dos días pasados en el hotel del aeropuerto de Puerto Rico incluían el desayuno. No supe si llamarlo desayuno americano, o desayuno continental, o desayuno medio majunchito, pues la selección se limitaba a, en cuanto a platos calientes se refería, unos sencillos huevos cocidos de los que uno podía servirse cuantos quisiera (o aguantara). En cuanto a comida fría la selección era más variada, pero no mejor: croissants, pan de sánguche para tostar en un par de tostadoras grandes, de esas en que se pueden poner a quemar de a cuatro rebanadas a la vez; minúsculos tarritos de crema de leche, mantequilla (por el sabor, no parecía margarina) y mermelada de algo (no la probé, pues aún no paso muy bien el desayunar con dulce), y una selección medio decente de porciones de cereales, marca Kellog's para más señas. Se completaba la oferta con jugos de naranja, manzana y otro brebaje que no recuerdo, agua y leche, ah! y una máquina medio expresa de café que daba resultados bastante decentes.
Cierto que el panorama desayúnico no era muy alentador, pero afortunadamente no fue mi prioridad gastronómica.
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