Ir al contenido principal

Entre best-sellers te veas

Leí un artículo de Gabriel Zaid en un número de la revista Letras Libres de principio de año, creo que la de febrero o marzo, en el que hablaba acerca de las obras clásicas y las best-sellers. Me recordé hace poco de este artículo porque una conocida me pidió que le recomendara una "buena novela, de esas que tú lees". En la conversación, cuando traté de zafarme un poco del tema, o al menos del dedo acusador de "culto", surgió la confesión que ella lo que leía era los Harry Potter, los Coehlo, pero que hace poco había leído el Código da Vinci y que me lo recomendaba porque el autor, aunque no recordaba el nombre ni sabía mucho más de él, era muy bueno.

Menciono el artículo de Zaid porque precisamente tocó ese tema, de forma corta pero efectiva. Uno de sus párrafos finales puede resumir cualquier idea similar que yo quiera plasmar acá:

    ...Sería ideal que coincidieran: que los clásicos fuesen también los libros preferidos por el gran público y los libros de texto. Llega a suceder. La Iliada y la Odisea fueron poemas populares antes de que Pisístrato (el tirano populista) los impusiera como libros de texto (criticados por Platón) y se volvieran, finalmente, clásicos occidentales. El Quijote fue un bestseller antes de volverse un clásico. En la práctica, hasta los peores libros de texto y los peores bestsellers sirven, cuando menos, para tener algo en común y hablar de lo mismo.

Independientemente de la calidad que se supone que tenga una novela, una canción, una película o un poema, es importante el hecho de que las manifestaciones artísticas sirvan para comunicar personas en todo el mundo, incluso si no se conocen. ¿Que una obra determinada llegará a convertirse en un clásico o es desde ya un pedazo de basura que nunca debió haber existido? Es una pregunta que puede tener tantas respuestas diferentes como respondedores podamos conseguir.

Hace tiempo que me resigné a no leer todos los libros, no escuchar toda la música, no ver todas las películas. Aquella expresión común, que una vez usé con vanidad: "Yo leo de todo, todo lo que se me atraviesa" aprendí a guardarla junto con los diskettes de cinco pulgadas. La selección en lo que uno puede llegar a leer, observar, escuchar, a veces es más importante que el hecho mismo. Es una exageración, claro, pero creo que el punto va por ahí.

Ahora que en este sentido, aunque no sea tan cierta la comparación, creo que cada persona debería dejarse seducir por las lecturas que más le gusten, independientemente de si son catalogadas de clasicistas o best-selleristas. Debería ser como en con los vinos: Si uno le pregunta a un buen conocedor cuál es el mejor vino, invariablemente le contestará "El que más le guste a Usted".

Pero ¿y cómo aprende uno a escoger una buena lectura entonces? Se le podría responder igual que el maestro vinícola de el caso anterior: así como de vinos se aprende bebiendo, de libros se aprende leyendo.

Uno nunca sabe, quizás algún día me encuentre leyendo la vigésimotercera entrega de Harry Potter acompañada de una copa grande de Liebfraumilch.

Amanecerá y veremos.

--------
NOTA: Conseguí el artículo de Gabriel Zaid en línea: Clásicos y Bestsellers.

Comentarios

Anónimo dijo…
Me ha gustado mucho esta aportación tuya a un tema que no tiene solución de continuidad. ¿Qué es arte y qué no lo es en un mundo global que lo comprime todo hacia el más abajo de la mediatización? El enorme Zaid y el conocedor de vinos orientan el sentido común hacia el goce estético individual e intransferible. Quizá también en materia de poesía tenemos necesidad de insistir, con más fuerza todavía, en la fé propia.
Saludos
Anónimo dijo…
Great work!
[url=http://dfiabjir.com/hyca/xwlq.html]My homepage[/url] | [url=http://cmklfmuf.com/biwd/hvmb.html]Cool site[/url]
Anónimo dijo…
Thank you!
http://dfiabjir.com/hyca/xwlq.html | http://dvnmosra.com/mlue/rfqo.html

Entradas más populares de este blog

Guía rápida para pasar como un experto en vinos

Hace poco leí un artículo con este título en un diario gringo en línea y pensé que podría escribirle a mis panas locales una guía similar, tomando ideas de ese texto, intentando no copiar descaradamente, y adaptando un poco el tema a nuestro mercado, aunque quizás funcione también para otros países vecinos. Acá van entonces algunos consejos para que cualquiera de Ustedes pueda parecer y sonar como todo un experto en vinos, claro que es importante ponerlos en práctica cuando uno se encuentre en compañía de colegas, amistades o familiares, que eso de tratar de convencerse a uno mismo no parece ser muy útil. Compra vinos –o recomienda comprarlos– en bodegones o supermercados de alto nivel. Justifica los precios mayores con aquello de que en esos sitios las botellas tienen mayor rotación, pues la gente de dinero toma más vino que güisqui dieciocho años. Llama siempre cepas a las uvas. Es exactamente lo mismo, pero te hace parecer un conocedor.

Fast track: SDQ-SJU-SDQ

Vuelo de nuevo ida por vuelta a San Juan desde Santo Domingo. ¡Que santas suenan estas ciudades! Santo, Santo, Santo es el Señor. El Domingo regresé casi a medianoche a Santo Domingo sin mucho problema, sólo lamentando no haber tenido tiempo de comprar un juego de copas Riedel que bastante falta me hacen, pues las copas de cristal para vino tienen la mala costumbre de quebrarse con frecuencia. Una copa Riedel cuesta en Caracas aproximadamente $30,00 (treinta dólares americanos), una sola copa, repito. En cambio en nuestro hermano norteño, tan denigradito él por estos días, un juego de cuatro copas de la misma marca y sabor cuesta unos cuarenta pedruscos similares ($40,00). Cuatro copas completicas con base y todo. ¿Las ventajas del mercado de oferta y demanda? Igual creo que la semana que viene me toca otro vuelo fugaz y contaré con más dinero, quizás entonces pueda darme el pequeño lujo.