
Ayer en la tarde llegó, en el vuelo Madrid-Caracas de AirEuropa, la maleta que se había quedado viajando, rebelde, inquieta, sabedora de los deseos no tan ocultos de su dueño. Yo llegué y ella siguió en Madrid, quién sabe si en otras ciudades. Ella tuvo el coraje de hacer lo que yo no quise: seguir sus propios instintos, mandar sus responsabilidades pa'l carajo y seguir viajando.
Creo que si hubiera dejado una cámara fotográfica dentro de la maleta, seguro que la hubiese conseguido con unas inquietantes fotos que no habría recordado tomar por mi mano. Los objetos que nos conocen y que se encariñan con nosotros son así, caprichosos, a veces rebeldes, a veces más valientes que nosotros.
¿Que otras aventuras llegará a gozar esa sinverguenza?
Amanecerá y veremos
Comentarios
Luz, pos si son buenos los objetos a veces para darnos lecciones, es importante saber leerlas a tiempo
Abrazos