LLegué al aeropuerto justo dos horas antes del vuelo. Mucha gente recomienda que uno llegue tres horas antes a Maiquetía, que si por las sorpresas de la autopista, que si por las colas en los counters, que si porque un amigo que viaja mucho me dijo que debía, que si porque es una norma internacional, que si porque es una regla de la aerolínea, que si porque hombre precavido vale por dos (¿una mujer precavida valdrá por cuanto? ¿y un niño? ¿o una niña?), que si patatín, que si patatán, que si la oreja de tarzán.
Cuando uno viene a Santo Domingo, tiene que hacer una cola diferente frente al counter de Aeropostal. En esa cola es obligado que le revisen a uno el equipaje, siempre que no sea equipaje de mano, o que al funcionario de turno sea un apasionado de los revisamientos, uno nunca sabe, hay gustos de gustos (nota mental: averiguar si hay alguna 'filia' al respecto). Afortunadamente yo casi siempre viajo con equipaje de mano, sea porque viajo por períodos cortos, porque no me gusta el trajín de las maletas, porque casi no tengo qué ponerme, o por cualquier combinación inútil de ambas tres.
Pasar aduana ahora es la mar de fácil y rápido, rápido pues hay sopotocientos ocho funcionarios, digo porque hay ocho en las casetas la mayoría de las veces, y debe haber sopotocientos más en reserva, porque nunca he visto que me atienda el mismo dos veces. Fácil porque casi no revisan un guaro de lo que uno pone en el papelito. Por cierto que tienen unas portátiles nuevecitas, marca Lifebook. Eso me hace que me pregunte ¿A quién carrizo se le ocurriría comprar portátiles de una marca que nadie ha visto en su vida en este país? A menos que sea un fanático lector de revistas gringas de computación, como es mi caso. Y por aquello de la transparencia (o falta de) en las transacciones públicas, me pregunto también cada vez que paso por allí ¿Que empresa habrá sido la elegida para la compra de esas portátiles? ¿Habrán salido baratas? ¿Serán buenas? Demasiadas preguntas portátiles.
Me tocó la puerta catorce. Me gusta cómo está quedando el aeropuerto, aunque va algo lenta la remodelación.
Una de las chicas de aeropostal comenta o anuncia que tuvieron que cambiar el avión, así que habrá que esperar media hora más para salir. Imagino que esa media hora es de las lentas, de esas que duran cuatenta y cinco minutos o más, y me decido a almuerzo-desayunar una hamburguesa terrible en un local que tienen tiempo ya frente a la puerta catorce. Da una especie de prearrepentimiento culpable eso de comer una hamburguesa que ya uno sabe que no sabe a nada bueno, si es que supiera a algo, acompañada de unas papitas fritas hechas con la pasión que le pone un destapador de cloacas a su trabajo después de una jornada de diez horas.
Leí una revista de videojuegos en el avión. Dormí la mayoría del trayecto.
Al aterrizar, unas diez personas aplaudieron. Para algunos debe ser un espectáculo poco frecuente sentir aterrizar un avión, en especial cuando están dentro de su cilíndrica panza. Yo realmente no aplaudí porque esta función ya la había visto muchas veces, aunque la primeras veces me la perdí por andar de dormilón. El movimiento constante me da sueño. ¿O serán los asientos de los aviones?
Cuando uno viene a Santo Domingo, tiene que hacer una cola diferente frente al counter de Aeropostal. En esa cola es obligado que le revisen a uno el equipaje, siempre que no sea equipaje de mano, o que al funcionario de turno sea un apasionado de los revisamientos, uno nunca sabe, hay gustos de gustos (nota mental: averiguar si hay alguna 'filia' al respecto). Afortunadamente yo casi siempre viajo con equipaje de mano, sea porque viajo por períodos cortos, porque no me gusta el trajín de las maletas, porque casi no tengo qué ponerme, o por cualquier combinación inútil de ambas tres.
Pasar aduana ahora es la mar de fácil y rápido, rápido pues hay sopotocientos ocho funcionarios, digo porque hay ocho en las casetas la mayoría de las veces, y debe haber sopotocientos más en reserva, porque nunca he visto que me atienda el mismo dos veces. Fácil porque casi no revisan un guaro de lo que uno pone en el papelito. Por cierto que tienen unas portátiles nuevecitas, marca Lifebook. Eso me hace que me pregunte ¿A quién carrizo se le ocurriría comprar portátiles de una marca que nadie ha visto en su vida en este país? A menos que sea un fanático lector de revistas gringas de computación, como es mi caso. Y por aquello de la transparencia (o falta de) en las transacciones públicas, me pregunto también cada vez que paso por allí ¿Que empresa habrá sido la elegida para la compra de esas portátiles? ¿Habrán salido baratas? ¿Serán buenas? Demasiadas preguntas portátiles.
Me tocó la puerta catorce. Me gusta cómo está quedando el aeropuerto, aunque va algo lenta la remodelación.
Una de las chicas de aeropostal comenta o anuncia que tuvieron que cambiar el avión, así que habrá que esperar media hora más para salir. Imagino que esa media hora es de las lentas, de esas que duran cuatenta y cinco minutos o más, y me decido a almuerzo-desayunar una hamburguesa terrible en un local que tienen tiempo ya frente a la puerta catorce. Da una especie de prearrepentimiento culpable eso de comer una hamburguesa que ya uno sabe que no sabe a nada bueno, si es que supiera a algo, acompañada de unas papitas fritas hechas con la pasión que le pone un destapador de cloacas a su trabajo después de una jornada de diez horas.
Leí una revista de videojuegos en el avión. Dormí la mayoría del trayecto.
Al aterrizar, unas diez personas aplaudieron. Para algunos debe ser un espectáculo poco frecuente sentir aterrizar un avión, en especial cuando están dentro de su cilíndrica panza. Yo realmente no aplaudí porque esta función ya la había visto muchas veces, aunque la primeras veces me la perdí por andar de dormilón. El movimiento constante me da sueño. ¿O serán los asientos de los aviones?
Comentarios
Me conozco ese aeropuerto de memoria porque trabaje casi por dos años seguidos alli, haciendo el area de Duty Free nueva, (que tambien diseñe, modestia aparte) (esto es publicidad, jeje).
Lo unico que no hay alli adentro es un sitio decente donde comer, si pusieran un McDonalds, asi fuera un punto de venta de papas fritas de Mc Donalds, seria una maravilla :-)
Realmente que el aeropuerto lo único que le falta es un área de comida decente y variada. Esperemos que algún día aparezca, auque sea por magia.