Prenavideño

Sigo en la oficina aunque a esta hora casi todos se han ido, la mayoría por tener que viajar al interior del país para visitar a sus respectivas familias y pasar las navidades oyendo gaitas, comiendo hallacas y cayéndose a palo parejo los que menos. Esto último es lo que menos me provoca ahora, pues sigo con una bronquitis que me tiene ladilladísimo, más que nada por la tosedera inoportuna, consecutiva y escandalosa. Sé que la tos es un mecanismo de defensa del organismo, pero aún así pienso que la naturaleza debería buscar mecanismos de defensa menos ruidosos, discreticos, más acordes con la condición social de los homínidos que se supone somos. Menos mal que no nos tocó vivir de la caza y la pesca, pues no me imagino con bronquitis, en medio de una selva en el Estado Bolívar o Amazonas, cerca de Los Pijiguaos, por ejemplo, tratando de cercar a un tigre mariposo junto con otros panas en guayuco, y que en medio de la quietud y el sigilo salga yo con un estruendo tusígeno cual turbina de avión. Sí me imagino a quién irían destinadas las flechas y los dardos envenenados de los aborígenes panas, salpicados todos con el respectivo grito de arrechera.

El estacionamiento de este edificio de oficinas lo cierran hoy a las cinco de la tarde. Cerca de mediodía, los chamos que manejan las grúas que suben y bajan autos de la torre ya estaban bastante "alegres" por el efecto que no se qué cantidad de bebidas espirituosas que estaban consumiendo, imagino que en homenaje al espíritu de la navidad. Cochina envidia.