
Mientras tanto me leí casi completo el número de Letras Libres que compré en uno de los quioscos del aeropuerto, preparé un escenario de costos de un prospecto de proyecto, actualicé una presentación ejecutiva para enviarla a uno de los compañeros y me zampé par de pepas de ibuprofeno de quinientos pa' pasar decente el dolor de cuello que no se me ha quitado aún hasta ahora.
D. me preguntó si me había ladillado mucho, a lo que respondí con bastante sinceridad que en ningún momento. Pienso que quienes tenemos la costumbre o la pasión por la lectura es difícil que nos aburramos. Y si a eso le agregamos una computadora portátil nueva, pues, como dicen los gringos, "do the math".
Ojalá no vuelvan a desperfeccionarse los aviones.
Amanecerá y veremos.
Comentarios