Ya se va haciendo de noche, irremediable. Me toca irme al apartahotel o apartotel dentro de unas horas, para dormir unas cuantas antes de seguir trajinando. Una imagen idealizada de la Báthory me mira por encima de un carnet magnético, como riéndose de mi hastío y de la pelota verde rellena de leche amarilla que descansa ahora del manoseo diario. La Ley intenta llenar el aire con letras que no me terminan de convencer, mientras sigo cavilando y escribiendo pendejadas que algún día miraré con sorna y borraré sin compasión.
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