La primera campanada sonó fuerte, fortísima, mientras el cuerpo de la mulata, traicionada por última vez, se mecía sin aliento de la larga soga que colgaba del badajo de la campana.
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Mientras manejo, mentalizo mi muerte (minutos más, minutos menos). Más tarde, muero.
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Mientras manejo, mentalizo mi muerte (minutos más, minutos menos). Más tarde, muero.
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