De comilonas

Leyendo (no sé si) la más reciente novela de Antonio Skármeta, titulada "El Baile de la Victoria", en la edición "Booklet" de la Biblioteca de Premios Planeta, recordé el interés interesante de los Biscuter por los textos con narraciones que aluden a la cocina. El tema lo disparó uno de los párrafos de uno de los primeros capítulos, y como me pareció tan bueno (y me trajo tan gratos recuerdos de la calle del hambre del Barquisimeto de principios de los noventa) lo copio a continuación:

"Echó a caminar por el centro, y los roces o tropezones con la gente le dieron una nueva energía. Sintió, mientras inhalaba y exhalaba con la maestría de un atleta, una hambre feroz y profunda: podría devorarse dos o tres de esos hot-dogs completos del portal Fernández Concha, donde el pan flauta que contenía la salchicha se repletaba con una torre equilibrista de puré de palta, tomate picado, una línea de ají El Copihue, una masa de repollo agrio, a la alemana, y encima de todo, la frenética coronación de la mayonesa y la mostaza. Eran sándwiches para morderlos con dos bocas, ducharse el pecho de la camisa con sus inestables ingredientes, untarse la nariz y hasta los ojos en el carnaval voluptuoso."

Tengo tiempo que no me zampo un pepito con todo en Barquisimeto. Ya me dió hambre.

Amanecerá y veremos.