Amanecí tarareando

    Todas las mañanas que viví
    todas las calles donde me escondí
    el encantamiento de un amor
    el sacrificios de mis madres, los zapatos de charol.

    Los domingo en el club, salvo que Cristo sigue allí en la cruz
    Las columnas de la catedral y la tribuna grita gol el lunes por la capital

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