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Sucesos

Hoy fui al cine con M. a los cines de un centro comercial de cerca del apartamento (¿habrá cines en Caracas que no estén en centros comerciales?), al salir pasamos por una tienda para una compra de última hora y me dí cuenta de que había extraviado la cartera.

Mi cartera es de las cosas más comunes que conozco: es de cuero negro (de piel, le dirían en algunos lares), se abre en dos lados con compartimentos para las tarjetas y el sitio típico para los billetes. Hace mucho tiempo, unos quince años o más, que no llevo billetes o algún tipo de dinero en la cartera pues la abultan mucho y molesta la nalga respectiva al sentarse y más al manejar. Esta cartere la había comprado hace menos de un año, en una tienda de otro de los centros comerciales grandes de la ciudad, creo que fue en el Sambil y, ahora que escribo y recuerdo, fué en la tienda "Exchange Armani" en una rebaja de esas que tiran por unos días y que me permitió hacerme con una buena perola de esas por un precio casi ridículo, aunque no lo recuerdo bien, pero creo que fueron entre cincuenta y sesenta mil bolívares de los débiles.

Pasé por el departamento de objtos perdidos del Cine, que no era otro que una gaveta del escritorio del gerente de turno, quien me dijo que aún no reportaban ninguna cartera masculina, pero sí tenía unos dos o tres celulares, que era el ítem más olvidado en las salas. Me dijo que pasara al día siguiente a ver si aparecía.

Mañana pasaré. Tengo la poco agraciada costumbre de extraviar mis objetos personales. Y éstos tienen la muy agradable costumbre de aparecer al poco tiempo. De esa manera he extraviado y recuperado en lapsos de días o meses un par de cámaras fotográficas digitales, varias carteras, las tarjetas de crédito, varias chaquetas, libros (!), uno que otro teléfono celular y unas cuantas cosas más.

Esta vez no creo que llegue a tener tanta suerte, sobretodo porque no recuerdo tener en la cartera ningún papel o documento con mis números de teléfono o direcciones de correo electrónicos ni analógicos. Al instante de percatarme del extravío llamé a los bancos y cancelé las tarjetas de crédito y pedí los plásticos nuevos. Mañana me toca reportar a las aerolíneas para que me emitan plásticos de las tarjetas de los clubes esos de acumulación de millas (que han acumulado bastantes y nunca he usado), y una de las que más me gustaría recuperar y es la de las membresías del Club de Bodegas Pomar y del Club de Vinos del Restaurante Alazan.

Hace unas horas me dí cuenta que la tarjeta de débito y la cédula de identidad las había guardado en un bolsillo, cuando pagué las entradas del cine. Eso me dejó una sonrisa de oreja a oreja, pues sacar la cédula de indentidad no era un proceso que me iba a agradar mucho, sobretodo después de pasar por el trajín del pasaporte.

La película que fui a ver era Los Cuatro Fantásticos. Buenos efectos especiales junto con actuaciones irregulares, es decir una película para pasar un rato entretenido (y olvidar en poco tiempo, por aquello de vaciar el buffer de memoria para temas importantes), en especial para quienes nos gusta la tecnología (¿?).

¿Aparecerá mi carterita negra?

Amanecerá y veremos.

Comentarios

eladmin dijo…
Ahora será un rollo sacar la cédula de nuevo, me imagino que estaba dentro de la cartera..

un saludo desde bogotá

jorge.

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