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Marcel Marceau y el frío

Acabo de leer en el website de El Comercio que Marcel Maceau ha muerto ayer. La noticia me ha dejado cierta tristeza, sentimiento que hace muchos años, de chamo, me parecía algo hipócrita el que los adultos sintieran pena o tristeza por la muerte de alguien a quien nunca habían conocido personalmente.

Ya ahora de adulto incluso extraño esa inocencia de cuando éramos chamos, y habíamos comenzado a leer y a creernos inteligentes y por tantos sabios, a nuestra manera, sin imaginar siquiera que fuese posible una lógica racional distinta a la bastante limitada que teníamos entonces. Nosotros, los de entonces, ¿ya no somos los mismos?.

Ahora, en mi caso, me han interesado mucho la historia de las personas que llegan a convertir su trabajo, o su arte, en una pasión que se convierte en toda su vida. Esa pasión por lo que se hace, unida a un enfocarse en un solo tema, que les lleva a convertirse en los mejores del mundo en su especialidad, siempre me ha atraido de forma particular. Quizás en algún rincón de mi inconsciente haya un deseo creciente por ser como esas personas. Quizás sea un gen farandulero que se extendió un poco para abarcar las "bellas artes" y el mundo de las ciencias y algunos (muy pocos) deportes.

Recuerdo cómo me dolió la muerte de Augusto Monterroso. Siempre lo consideré como el escritor que me había provocado las ganas de querer escribir cuentos. También Horacio Quiroga y Aníbal Nazoa, pero el caso de Monterroso representó para mí como una especie de disparador que me quitó la verguenza privada (la pública la mantengo entera) de escribir. Luego entonces comencé a buscar sus libros, ensayos y artículos escritos por él o acerca de él. Por eso su muerte me causó verdadero dolor, no sólo una cierta tristeza, sino el dolor de la pérdida de un ser querido. Y ahora lo entiendo, aunque no deje de extrañar aquella inocencia algo pedante que me hacía creer imposible un sentimiento siquiera cercano.

Cuando fuí a París, además de la tumba de Cortázar y algunos otros escritores, le hice una visita rápida a la tumba de Alexander Alekhine, uno de los grandes maestros de Ajedrez que más admiré en la época en que el juego-ciencia me atrajo (peligrosamente) en la universidad, y que no por casualidad está enterrado fuera de Rusia.

Desde hace tiempo he pensado que Marcel Marceau logró elevar a la categoría de arte sublime un subgénero del teatro del que muchos se burlaban e incluso creo que se siguen burlando. Eso me hizo admirarlo bastante, aunque nunca fui a los espectáculos que dió en Caracas o en algunas de las ciudades donde las presentó y me coincidió alguna estadía.

Descanse en paz, Maestro.

Todavía hace frío en Lima, aunque menos que hace un mes, lo que hace a la ciudad más caminable y sabrosa.

Alguien debería escribir una Oda a los Anticuchos de Corazón.

Amanecerá y veremos.

Comentarios

luisma72 dijo…
Donde está la tumba de Alekhine?, en el Cementerio de Montparnasse tambien?, o en el de Père Lachaise?
Tecnorrante dijo…
En el de Montparnasse, Luis.

Saludos.

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