Troya

A D. se le ocurrió la excelente idea de que almorzáramos un fondue de queso que quedaba en la nevera. Abrí una sorprendente botella de Baron Philippe de Rothschild, Chardonay Reserva 2007, que se conservaba muy bien (nota mental: comprar unas tres botellas más) y que acompañó al fundido con mucha decencia.

Al contrario de la creencia popular, y como ya lo saben muchos aficionados al vino, los quesos y los vinos no se la llevan muy bien. El queso deja su marca de grasas en la boca, lo que produce el efecto de "esconder" los defectos que podrían tener las copas que acompañan. Quizás eso es lo que les gusta a muchos, pues junto con un sabroso trozo de queso, casi todos los vinos quedan bien.

Así que si nos dejamos de exquisiteces, un fondue de quesos rebosando trozos de pan tostado y acompañados con una buena botella de vino chileno reserva, generan un almuerzo que vale la pena anotar y repetir.

Mientras escribo hojeo una edición de "Troya", una novela histórica, o historia ficcionada, o como sea que le llamen los eruditos, de un tal Gisbert Haefs que hace un trabajo buenazo contándonos la historia de la ciudad y el caballo. Me lo llevaré a Lima para disfrutar de una buena lectura en la ciudad de los anticuchos y los ceviches.

Jugando con el fotochoc, me conseguí esta foto que casi no necesitó retoque. Qué vaina tan buena es pasear por Madrid.

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