Ir al contenido principal

Dificultad

Una de las actividades más difíciles de realizar en Diciembre es trabajar en Caracas. Y no por el tráfico que cada día se espesa más y más, que incluso le hace pensar a uno lo fácil que es lanzar vaticinios de cuánto falta para que ya no se pueda rodar más por las calles de la capital, y se termine convirtiendo en un gran estacionamiento. Y no por las lluvias que siempre se atrasan, o se adelantan, pero que siempre consiguen a una ciudad poco dispuesta a mojarse, y que muestra su resentimiento obstaculizándolo todo.

Es la gente. Y es que todos andan en plan de vacaciones, aunque estén trabajando. Todo el mundo: caraqueños, provincianos de paso, provincianos asentados, turistas (sí, hay unos cuantos), buhoneros, y cualquier otra raza o especie. Todos andan en plan de joda. Todos piensan que la navidad es para celebrar, comprar compulsivamente, comer y beber cual cosacos (con las disculpas respectivas a los nómadas rusos o sus descendientes) y nadie se concentra en su trabajo.

Es como una especie de huelga de cerebros caídos. Uno pasa por los pasillos de cualquier empresa, instituto público, o-ene-ge, fábrica... todos andan mirando catálogos de ropa, de prendas de oro, de juguetes. Todos andan pendientes de si el "san" les toca y en qué tienda o centro comercial pueden rendirle más los reales. Se van temprano a almorzar y llegan más tarde. Los viernes se enferman temprano o les surgen complicaciones familiares o simplementen se van, porque igual lo hacen supervisores y supervisados y no hay a quién reportar.

A los que nos toca trabajar y dar resultados en estas épocas, nos conseguimos con esta constante informalidad, con este desenfoque permanente.

Ahora bien, no deja de ser sabroso comer pan de jamón casi todas las tardes; almorzar hallacas mientras se escucha de fondo musical a Neguito Borjas; escuchar un mayor número de chistes a diario, de personas que nunca imaginaría uno en ese plan; disfrutar la mejor disposición y buen ánimo de quienes atienden al público en general... y varios otros etcéteras placenteros todos. No se puede negar.

Al final de cuentas lo que pareciera que mejor se puede hacer es desahogarse uno un rato, escribiendo el tema en un blog cualquiera, o comentándolo a un pana con un par de cervecitas en frente, y seguir andando.

Amanecerá y veremos.

Comentarios

Anónimo dijo…
Pana.. lastimosamente eso es lo que nos hace ser Venezolanos y es parte de la idiosincracia. Claro que por eso es que estamos como estamos, pero nosotros no tenemos la cultura de trabajador de Japón o del americano que trabaja, trabaja y trabaja y no disfruta lo que tiene.
Tecnorrante dijo…
Amigo Anónimo,

Pienso que la razón del porqué "estamos como estamos" es algo más compleja que lo que superficialmente expresé en este post. Te entiendo, por supuesto, pero no quisiera que creyeras que estoy tratando de decir que el venezolano no es trabajador. De hecho pienso todo lo contrario, pues soy testigo a diario de las colas que se hacen desde la madrugada esperando carritos por puesto, buzetas, autobuses, el metro, taxis, y demás medios de transporte para ir al trabajo todas las mañanas, tanto en la capital como en cada ciudad o pueblo del país.

He leído que los japoneses son de los más viajeros del planeta, de hecho se los consigue uno a montones en las mas grandes ciudades del mundo. Claro que los medios han dejado colar algunas noticias de suicidios o muertes por exceso de trabajo, pero ya en estas últimas generaciones eso ha cambiado bastante.

Realmente he querido dejar un ligero desahogo por escrito, por situaciones que he notado repetitivas en varias oficinas.

Gracias por el comentario!

Entradas más populares de este blog

Guía rápida para pasar como un experto en vinos

Hace poco leí un artículo con este título en un diario gringo en línea y pensé que podría escribirle a mis panas locales una guía similar, tomando ideas de ese texto, intentando no copiar descaradamente, y adaptando un poco el tema a nuestro mercado, aunque quizás funcione también para otros países vecinos. Acá van entonces algunos consejos para que cualquiera de Ustedes pueda parecer y sonar como todo un experto en vinos, claro que es importante ponerlos en práctica cuando uno se encuentre en compañía de colegas, amistades o familiares, que eso de tratar de convencerse a uno mismo no parece ser muy útil. Compra vinos –o recomienda comprarlos– en bodegones o supermercados de alto nivel. Justifica los precios mayores con aquello de que en esos sitios las botellas tienen mayor rotación, pues la gente de dinero toma más vino que güisqui dieciocho años. Llama siempre cepas a las uvas. Es exactamente lo mismo, pero te hace parecer un conocedor.

Fast track: SDQ-SJU-SDQ

Vuelo de nuevo ida por vuelta a San Juan desde Santo Domingo. ¡Que santas suenan estas ciudades! Santo, Santo, Santo es el Señor. El Domingo regresé casi a medianoche a Santo Domingo sin mucho problema, sólo lamentando no haber tenido tiempo de comprar un juego de copas Riedel que bastante falta me hacen, pues las copas de cristal para vino tienen la mala costumbre de quebrarse con frecuencia. Una copa Riedel cuesta en Caracas aproximadamente $30,00 (treinta dólares americanos), una sola copa, repito. En cambio en nuestro hermano norteño, tan denigradito él por estos días, un juego de cuatro copas de la misma marca y sabor cuesta unos cuarenta pedruscos similares ($40,00). Cuatro copas completicas con base y todo. ¿Las ventajas del mercado de oferta y demanda? Igual creo que la semana que viene me toca otro vuelo fugaz y contaré con más dinero, quizás entonces pueda darme el pequeño lujo.