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Mostrando las entradas de septiembre, 2007

Sas Christian

Me llegaron algunos artículos que compré por Amazon.com, entre ellos una batería de reemplazo para mi cámara Olympus C-750 y el libro que muestra las pinturas de Sas Christian. Christian es una pintora inglesa que vive en California desde hace varios años, que pinta unos óleos de rostros femeninos inspirados en el animé japones, con un detalle impresionante especialmente en los inmensos ojos de todas ellas, característica que parece ser casi una firma de la autora. Lo más interesante de esta artista es que no tuvo formación académica en lo que respecta al arte en que se ha especializado, apenas unos estudios iniciales en diseño gráfico. No recuerdo cuándo me comenzó a interesar, sí que ha sido exclusivamente a través de lecturas y revisiones de sus cuadros en la red. Pero leyendo la reseña que escribe en una página al final de este excelente libro ( Looking in: The Art of Sas Christian ) se me disparó el dato: confiesa influencia del animé japones (fácil de intuir), de otro pintor grin

Marcel Marceau y el frío

Acabo de leer en el website de El Comercio que Marcel Maceau ha muerto ayer. La noticia me ha dejado cierta tristeza, sentimiento que hace muchos años, de chamo, me parecía algo hipócrita el que los adultos sintieran pena o tristeza por la muerte de alguien a quien nunca habían conocido personalmente. Ya ahora de adulto incluso extraño esa inocencia de cuando éramos chamos, y habíamos comenzado a leer y a creernos inteligentes y por tantos sabios, a nuestra manera, sin imaginar siquiera que fuese posible una lógica racional distinta a la bastante limitada que teníamos entonces. Nosotros, los de entonces, ¿ya no somos los mismos?. Ahora, en mi caso, me han interesado mucho la historia de las personas que llegan a convertir su trabajo, o su arte, en una pasión que se convierte en toda su vida. Esa pasión por lo que se hace, unida a un enfocarse en un solo tema, que les lleva a convertirse en los mejores del mundo en su especialidad, siempre me ha atraido de forma particular. Quizás en al

Los hoteles

Los hoteles son una vaina seria. Al menos los hoteles donde me hospedo, o donde me hospedan, cuando viajo por trabajo. Todos se parecen mucho: son blancos, limpios, casi asépticos, de largo pasillos y alfombras aburridas e interminables. Todos tienen una o dos camas, con una o dos almohadas, un televisor, uno o dos teléfonos, una ventana, muy pocas veces un balcón, un baño, una mesita de noche, una o dos lámparas pequeñas, los menos una lámpara alta, flaca, desgarbada, impersonal. Hace tiempo dejé de recorrer las habitaciones que me tocan. Ahora me limito a echarles un vistazo, apenas para saber dónde está el control remoto, dónde el teléfono por si me dan a la vez hambre y flojera de salir. A veces sí recorro el pasillo, a ver si hay una máquina de fabricar hielo, pero son poquísimos los que tienen una, o quizás es que hace tiempo que no las busco. Aunque me gustan mucho las máquinas de fabricar hielo, hay algo de poético en su nombre, o musical... ¿no se llamaba así un grupo de roc

Unas buenas y otras no tanto

Mi Caballo Loco No. 7 existe. En breve me haré con él después de mucho tiempo. El Compadre se va a Madrid por casi un año. Tendré que armar viaje pa'llá en algún momento. Imagino que allá se debe conseguir una buena Punta Trasera pa' hacer una parrillada como las que acostumbramos acá. Le debo también el viaje a Martín y su familia. Me enteré que los aranceles de importación de los vinos europeos aumentaron considerablemente. Casi no se consiguen Albariños en Caracas. Es triste. El lunes viajo a Lima, de nuevo por trabajo. Que se preparen las cevicherías. Quisiera poder escribir una Oda al Tiradito y otra al Pulpo al Olivo. Mejor no, mejor me los como. Amanecerá y veremos.