Ya voy a terminar la semana que me toca laburar acá en Puerto Rico, alegría que no durará mucho pues el plan es regresar el sábado a Caracas, dormir algo y coger taxi al aeropuerto de nuevo el domingo pa' volar a Santo Domingo y seguir labura y labura en esa otra isla, una semana más. Dentro de todo el fastidio que implica la voladera y taxiadera, uno lo que trata es de sacarle el mejor provecho anímico al asunto. Salgo al cine, leo con calma, me fumo un "señorita", me desayuno con medio churrasco en el hotel, me pierdo por más de una hora por confiarme en conocer al pelo las autopistas de la ciudad, por aquello de que la isla es más pequeña que las intenciones mías de quedarme por acá, en fin, actividades varias comunes a todo viajero trabajador, que habemos muchos creo. D. me hizo el encargo de comprar varios peroles para el futuro J.S. que ya va a mita'e camino, para lo que he estado tratando de armar un hueco en una noche de estas, aprovechando la cultura comercia