Los elevados precios del petróleo, nuestro amado oro negro, y el hecho que se hayan sostenido en los cielos durante tanto tiempo, está finalmente generando la sinergia tan necesaria para que sea posible (ahora sí) asomarse a la posibilidad de que algún científico no tan loco, o un grupo de ellos, consiga el reemplazo definitivo de los combustibles fósiles, que tanto han contribuido al crecimiento de la civilización como la conocemos, y también a muchos de los desastres que ha traído consigo. Shai Agassi, el informático ahora convertido en futuro dueño de cadenas de abastecimiento eléctrico vehicular, es apenas un trozo de hielo de un posible iceberg inmenso que en algún momento se nos aparecerá en las narices y contra el que deberíamos estar preparados con bastante antelación y no precisamente con una banda de músicos en smoking. Esta no es una reflexión difícil, no hace falta ser un gran visionario para imaginarse este porvenir que pareciera bastante cercano. La economía mundial tiene