Figuraduras

Realmente no creo que sea para tanto, pero una noticia de Reuters (tomada de la revista online Digital Photography Review ) que traduce algo así como " Canon considera terminar de producir cámaras de rollos " (traducción muy libre, por supuesto) trae a la palestra lo acelerado de la reducción del mercado de cámaras de aquellas de las que les ponían rollos que después había que revelar. Estuve hace unas semanas en Orlando, Florida, y me dí cuenta de que el asunto es serio en el gran mercado norteño. Con lo que compré mi última Olympus medio decentosa, pude hacer comprado una cámara SLR profesional de rollo (o film cameras, como le dicen por allá) con lentes de zoom y demás accesorios que le pueden dar tres patadas a la otra, una rápida búsqueda en Amazon.com (la mamá de las megatiendas) puede dar una muestra (click acá) . ¿Será que terminarán por desaparecer o quedar como los LP's, es decir, material para ciertos profesionales o para coleccionistas? Amanecerá y veremos.

La empresa japonesa Matsushita Electric Corporation se destacó desde sus inicios por el empeño de sus fundadores en fabricar productos con una calidad altísima al mas bajo precio posible. Desde mediados del siglo pasado hicieron conocer la marca "National" en casi todo el mundo, y luego su marca más famosa "Panasonic", cuyos productos competían con la empresa que tenía la historia de innovación más impresionante de esos lares, la "SONY". Las burlas que nunca falta hacían referencia a Matsushita como la empresa que "copiaba" los productos de otras empresas, pero esas críticas no lograban evitar que fuesen de los más vendidos de su país y luego en el exterior. Al parecer esa visión no se ha perdido. He leído desde hace un tiempo, pequeñas o tímidas reseñas acerca de la nueva cámara fotográfica digital de Panasonic, la Lumix FZ30 , con un zoom impresionante de 12x y 8 megapíxeles de resolución, suficiente para cualquier aprediz de brujo, como es m

Ya se va haciendo de noche, irremediable. Me toca irme al apartahotel o apartotel dentro de unas horas, para dormir unas cuantas antes de seguir trajinando. Una imagen idealizada de la Báthory me mira por encima de un carnet magnético, como riéndose de mi hastío y de la pelota verde rellena de leche amarilla que descansa ahora del manoseo diario. La Ley intenta llenar el aire con letras que no me terminan de convencer, mientras sigo cavilando y escribiendo pendejadas que algún día miraré con sorna y borraré sin compasión.

De nuevo dominguenado en Santo Domingo. Esta vez conseguí un "hotspot" en el primer nivel del centro comercial Acrópolis, en un pequeño y agradable café que está bajo las escaleras. Domingueo plácidamente en Santo Domingo como un santo. Paseo de domingo sin santo. Domingo de paseo con santo sin seña. Paseo non sancto todo el domingo. Paseo el domingo con cara de santo. Santo paseo de domingo! Santo pasea el domingo. Santo versus Paseo Domingo. Plácido paseo de domingo con santo. Plácido Domingo pasea como un santo. Santo en Domingo con paseo y sombrero. Amanecerá y veremos.

Ensayo para Antipoema (I) Yo no vivo de atesorar recuerdos Yo no duermo en las escaleras Yo no visito tumbas ocupadas Me enferman los programas sabatinos Me repugna la ensalada de brócoli Me molesta la mala ortografía No sé escribir haikús No sé cantar boleros No sé bailar nada Ayer doné mis riñones Webencio Castellón, Nov. 2002

Una tormenta más arrecha que Kalimán hizo que todos los vuelos en el aeropuerto de Miami se retrasaran. Eso hizo que en lugar de llegar a las diez de la noche llegara a las dos de la mañana a Orlando. Que vaina.

Mañana me toca reunión toda la mañana. A mediodía salgo al aeropuerto con rumbo a Orlando, FL. Llego a un hotelito en las afueras de la ciudad, cerca del Orange County Convention Center para asistir a un evento que dura hasta el Jueves en la tarde y que cierra con un concierto de una cantante gringa que no conozco, de nombre Sheryl Crow (creo que se escribe así) al que seguramente no asistiré. El viernes salgo a hacer algunas compras para aprovechar los precios gringos de ciertos artículos que se consiguen más baratos allá, por aquello de las leyes del mercado y el exceso de consumidores, y el sábado estoy de vuelta a Santo Domingo. El domingo me reúno con mi equipo para preparar la semana entrante. El lunes asisto a un par de reuniones en uno de los cuatro proyectos que estoy gerenciando (disculpa esa, castellano). El martes salgo en el primer avión a San Juan, PR., para llegar a la primera reunión de la mañana y coordinar otro de los proyectos hasta el miércoles en la tarde, a tiempo

Saltando de una a otra ciudad llega a hacerse cotidiano, como cuando estaba en la universidad, en Barquisimeto , los primeros años y viajaba cada fin de semana o cada dos fines de semanas de allá para Barinas , luego de regreso dos días después, luego repitiendo el periplo dos semanas después, luego visitando amigos en Carora , familiares en Valencia , bonches kilométricos en Acarigua , partidas de ajedrez en Barcelona y Puerto La Cruz . Ahora el autobús o aquel nostálgico escarabajo que andaba a velocidades estrepitosas mutaron en aviones de códigos llenos de kas, yes y enes, de butacas igual de incómodas y compañeros de viaje anónimos cuyos rostros a veces parecen de rasgos indefinidos como el de aquel cuadro que adornaba la tapa de uno de los libritos que leí hace mucho en aquella también lejana casa de estudio. Las cachapas de difusos rellenos de los vendedores que subían a los autobuses trocaron en insípidos sanduchitos con refrescos o agua mineral y un cafecito que se bambolea p

A D. como prioridad y, por supuesto, al maestro Armando.

- ¡Que hubo, 'ñero! ¿Luchando por la justicia? - ¡Anda a que te den po'el culo! Fue la respuesta agria del anciano, quien ni siquiera había volteado. Se arregló la capa de bolsa plástica negra que usaba para protegerse de la lluvia, terminó de recoger unas latas de la acera donde se había agachado, las metió en su saco reforzado por diecisiete parchos de colores y continuó su camino, pensando, entre otras cosas, que un hombre casado no podía luchar por la justicia.

Nadie necesita una noche nublada de necedades, como la que he vivido. Lo nocturno es negro, malvado, anárquico, intranquilo, incierto. Esa noche me deshice de ella como de un nenúfar oprimido por el puño innoble del amante enceguecido. Esa noche no fue mi noche pero tampoco la de ella.

La primera campanada sonó fuerte, fortísima, mientras el cuerpo de la mulata, traicionada por última vez, se mecía sin aliento de la larga soga que colgaba del badajo de la campana. --- Mientras manejo, mentalizo mi muerte (minutos más, minutos menos). Más tarde, muero.

"La cadena perpetua no es algo eterno que digamos" pensaba Ernesto desde su claustro. Este pensamiento era recurrente desde que su abogado le anunción la posbilidad que se estaba manejando en el jurado. "Debo buscar actividades útiles que me hagan crecer personalmente, como leer los clásicos, aprender origami, pintar al óleo o mejor al acrílico, tocar la flauta o podría ser piano de cola, aprender botánica para clasificar las especies vegetales del jardín y patios de la prisión, observar los pájaros, dibujarlos y clasificarlos, mejorar mis conocimientos de contbilidad y finanzas" y otros muchos etcéteras mas por el estilo eran las ideas que le iban consumiendo los minutos en la celda, tanto que la concentración que ponía en ello, en hacer una lista mental de actividades útiles y de creciemiento personal, en clasificarlas, priorizarlas, etiquetarlas, pormenorizarlas, detallarlas y asignarles horarios teóricos, lo hacían parecer como un preso con problemas mentales a

El único parentesco que unía a Ernesto Kilosanto con su famoso antepasado se había acabado para siempre. No es que esto de los parentescos le interesara, al fin y al cabo era un engaño inteligente que había sabido mantener en el tiempo. Desde niño, cuando aún no se apellidaba así, jugaba a dibujar rúbricas ininteligibles para cuando fuese mayor, aunque ninguna con K. Ya era mayor, demasiado mayor. El hilo había desaparecido y con él su anhelo de una vejez tranquila, de una muerte placentera. Ya era mayor, y más lo era la amante anciana que acababa de perder y cuyo apellido había asumido como una prueba más de aquello que nunca quiso nombrar, pero que ahora le iba a pesar cada día, cada hora, cada minuto de los pocos que le quedaban.

En mitad del juicio el acusado pidió la palabra con una vehemencia tal que el juez accedió por curiosidad. - Yo sólo quiero decir que la amaba mucho - Eso no es relevante en este momento, comentó el juez Y el juicio siguió su curso Unos minutos más tarde, el acusado volvió a pedir la palabra. El juez le concedio que hablara. - Yo sólo quiero decir que la amaba mucho - Eso sigue siendo irrelevante en este momento, comentó el juez, y el juicio continuó. Unos minutos mas tarde, el acusado pidió de nuevo la palabra. El juez algo molesto comentó: - Si es para decir que la amaba mucho, le repito que no es relevante ahora. - ¡Pero la amaba mucho! El juez finalmente sentenció, mirando al transcriptor: - Que conste en acta que el acusado la amaba mucho El acusado, con cara de enorme felicidad, se sento y no siguió molestando. El juicio siguió su curso.

Todos coincidieron en que, para crear el ser, tenían que inventarle un idioma. Los que menos pensaron en sentimientos. Uno solo en inteligencia. Al final les salió un mamaracho, desecharon todo y se acostaron para seguir probando al día siguiente.

Desde que lo obligaron a colgar los hábitos no había vuelto a saber más de sus amigos, de sus compañeros de dominó y copitas de aquellas buenas botellas de vino que le regalaban de cuando en cuando los parroquianos del pueblo. Ahora vivía en otro pueblo, algo alejado del suyo, pero al menos vivía feliz con quien desde hace mucho tiempo era su gran amor, demasiado prohibido hasta hace muy poco, o al menos eso le parecía. La pesada puerta proyectó el sonido de golpes fuertes y rápidos. Hacía semanas que veía o creía ver en los ojos de estos nuevos parroquianos una expresión velada, conocida. Se levantó de la mecedora donde leía el periódico local y caminó el pasillo en dirección a la puerta. No podía dejar de temer que se repitieran las escenas pasadas, los intercambios de opiniones, alegatos, acusasiones, exageraciones, reuniones hipócritas, generalizaciones y finalmente mentiras, simples pero eficientes mentiras. Los nervios dormidos despertaban de nuevo, mientras caminaba a la puerta

En un alejado pueblo del interior del país, hace muchos años nació un niño grande, tanto que su mamá tuvo que morir en el parto para poder tenerlo. Su papá se puso muy bravo y amenazó al niño: si mataba a una persona más lo iba a castigar de por vida. El niño de la pena y el miedo no creció más y se quedó niño para siempre. Aquí antes había una foto

En el mismo sitio que se estrelló la moto del tuerto Hurtado ahora han puesto una fuente bien bonita que incluso sirve para beber y refrescarse la garganta cuando pegan esos calorones inmensos que provoca el mismo sol que le pegó de lleno al tuerto en su único ojo cuando andaba en la moto a cien por hora dejándolo ciego el tiempo suficiente para estrellarse en la misma pared donde han puesto ahora la fuente.

Mi hermano se fue muy lejos, a una tierra de paisajes infinitos y elegante vida sin problemas. Mi ex-novia se ha casado con un escritor reconocido, que la trata como a una reina. Mi vecino se ha comprado el carro que yo siempre había deseado, y lo estaciona justo al lado de mi cacharrito. Anoche me enteré que Rucio, el perrito que tuve que regalar por no poder mantenerlo, ahora almuerza bistecs de primera y duerme en un cuarto con aire acondicionado. ¿Yo? Nada, aquí pasándola.

- ¿Donde coseguiste ese dedo? - En la plaza, cerca de la cancha de basket. Pero lo envolví bien, para no manchar el piso. - ¿Y no había un cuerpo al que le perteneciera ese dedo? ¿No pensaste que alguien iba a querer conseguirlo? ¿Su dueño por ejemplo? - No se me ocurrió - ... - ¿? - No quiero saber más nada. Demasiado Lynch para mi gusto.

Después de mucho esfuerzo me he comprado el carro, no el que siempre había querido, mi trabajo no da para el flamante bemedoblevé que tengo de uolpéiper en mi computadora, pero me dicen que jala sabroso en las autopistas. Si tan sólo supiera manejar.

Aún tengo la bacinilla debajo de la cama, herencia del bisabuelo que nadie se ha atrevido a desechar del que ahora es mi cuarto. De noche me provoca usarla, para no tener que salir caminando por el corredor principal, oscuro, demasiado silencioso, que lleva al baño grande. Pero la bacinilla era del bisabuelo, y la usaba más que nada para escupir el chimó, costumbre que lo acompañó hasta su último respiro. No quiero usarla para otra cosa, sería como profanar la bacinilla, la sagrada bacinilla del bisabuelo. Por eso tuve que aprender a mascar chimó, pero nadie entiende mis razones.

Nunca quise tomar de aquel pozo que más parecía augurar pesadillas que ofrecer refresco para el cuerpo. Los otros muchachos sí lo hacían, demasiado seguido diría yo. Ahora todos son diferentes, menos yo. Debe ser por eso que nadie me entiende.

Inicio un vanidoso ejercicio de intelecto reposado, esta vez con cuentos cortos, siguiendo la idea del Diccionario de Martín , usando las letras del alfabeto como camino prestado. Todos los cuentos son inventados en el momento. A ver que sale. tags: alfabetario , abecedario , cuentos , ejercicios , cuentos cortos